miércoles, 18 de abril de 2012

Nunca Más

El cuervo   2°versión

Una fosca media noche, cuando en tristes reflexiones,
sobre más de un raro infolio de olvidados cronicones
inclinaba soñoliento la cabeza, de repente
a mi puerta oí llamar;
como si alguien, suavemente, se pusiese con incierta
mano tímida a tocar:
"¡Es - me dije - una visita que llamando está a mi puerta:
eso es todo y nada más!".


¡Ah! Bien claro lo recuerdo: era el crudo mes del hielo,
y su espectro cada brasa moribunda enviaba al suelo.
Cuan ansioso el nuevo día deseaba, en la lectura
procurando en vano hallar
tregua a la honda desventura de la muerta Leonora;
la radiante, la sin par
virgen rara a quien Leonora los querubes llaman, ahora
ya sin nombre... ¡nunca más!


Y el crujido triste, incierto, de las rojas colgaduras
me aterraba, me llenaba de fantásticas pavuras,
de tal modo que el latido de mi pecho palpitante
procurando dominar,

"¡Es, sin duda, un visitante-repetía con instancia-



que a mi alcoba quiere entrar:



un tardío visitante a las puertas de mi estancia...,



eso es todo, y nada más!".



Poco a poco, fuerza y bríos fue mi espíritu cobrando:

"Caballero, dije, o dama: mil perdones os demando;



mas, el caso es que dormía, y con tanta gentileza



me vinísteis a llamar,



y con tal delicadeza y tan tímida constancia



os pusísteis a tocar,



que no oí", dije, y las puertas abrí al punto de mi estancia:

¡sombras sólo y... nada más!


Mudo, trémulo, en la sombra por mirar haciendo empeños,
quedé allí-cual antes nadie los soñó-forjando sueños;
más profundo era el silencio, y la calma no acusaba
ruido alguno..., resonar
sólo un nombre se escuchaba que en voz baja a aquella hora
yo me puse a murmurar,
y que el eco repetía como un soplo: ¡Leonora...!
Esto apenas, ¡nada más!


A mi alcoba retornando con el alma en turbulencia,
Pronto oí llamar de nuevo, esta vez con más violencia:
"De seguro-dije-es algo que se posa en mi persiana,
pues, veamos de encontrar
la razón abierta y llana de este caso raro y serio,
y el enigma averiguar:
¡Corazón, calma un instante, y aclaremos el misterio...:
es el viento, y nada más!".


La ventana abrí, y con rítmico aleteo y garbo extraño,
Entró un cuervo majestuoso de la sacra edad de antaño.
Sin pararse ni un instante ni señales dar de susto,
con aspecto señorial,
fue a posarse sobre un busto de Minerva que ornamenta
de mi puerta el cabezal;
sobre el busto que de Pallas representa
fue y posóse, y ¡nada más!
Trocó entonces el negro pájaro en sonrisas mi tristeza
con su grave, torva y seria, decorosa gentileza;
y le dije: "Aunque la cresta calva llevas, de seguro

no eres cuervo nocturnal,



¡viejo, infausto cuervo oscuro vagabundo en la tiniebla...!



Dime, ¿cuál tu nombre, cuál,



En el reino plutoniano de la noche y de la niebla...?

Dijo el cuervo: "¡Nunca más!". 

Asombrado quedé oyendo así hablar al avechucho,
si bien su árida respuesta no expresaba poco o mucho;
pues preciso es convengamos en que nunca hubo criatura
que lograse contemplar
ave alguna en la moldura de su puerta encaramada,
ave o bruto reposar
sobre efigie en la cornisa de su puerta cincelada,
con tal nombre: "Nunca más".


Mas el cuervo fijo, inmóvil, en la grave efigie aquélla,
sólo dijo esa palabra, cual si su alma fuese en ella
vinculada, ni una pluma sacudía, ni un acento
se le oía pronunciar...
Dije entonces al momento: "Ya otros antes se han marchado,

y la aurora al despuntar,



él también se irá volando cual mis sueños han volado".

Dijo el cuervo: "¡Nunca más!". 

Por respuesta tan abrupta como justa sorprendido,
"no hay ya duda alguna -dije-, lo que dice es aprendido;
aprendido de algún amo desdichoso a quien la suerte
persiguiera sin cesar,
persiguiera hasta la muerte, hasta el punto de, en su duelo,
sus canciones terminar
y el clamor de su esperanza con el triste ritornelo
de: ¡Jamás, y nunca más!". 


Mas el cuervo provocando mi alma triste a la sonrisa,
mi sillón rodé hasta el frente de ave y busto y de cornisa;
luego, hundiéndome en la seda, fantasía y fantasía
dime entonces a juntar,
por saber que pretendía aquel pájaro ominoso
de un pasado inmemorial,
aquel hosco, torvo, infausto, cuervo lúgubre y odioso
al graznar: "¡Nunca jamás!". 


Quedé aquesto investigando frente al cuervo, en honda calma,
cuyos ojos encendidos me abrasaban pecho y alma.
Esto y más-sobre cojines reclinado-con anhelo
me empeñaba en descifrar,
sobre el rojo terciopelo do imprimía viva huella
luminosa mi fanal,
terciopelo cuya púrpura ¡ay! Jamás volverá élla
a oprimir, ¡ah, nunca más!


Parecióme el aire, entonces, por incógnito incensario
que un querube columpiase de mi alcoba en el santuario,
perfumado. "¡Miserable ser-me dije-Dios te ha oído,
y por medio angelical,
tregua, tregua y el olvido del recuerdo de Leonora
te ha venido hoy a brindar:
bebe, bebe ese nepente, y así todo olvida ahora!".
Dijo el cuervo: "Nunca más".


¡Oh, Profeta -dije- o duende!, mas profeta al fin, ya seas
ave o diablo, ya te envía la tormenta, ya te veas
por los ábregos barrido a esta playa, desolado
pero intrépido, a este hogar
por los males devastado, dime, dime, te lo imploro.
¿Llegaré jamas a hallar
algún bálsamo o consuelo para el mal que triste lloro?.
Dijo el cuervo: "¡Nunca más!". 


"¡Oh, Profeta -dije- o diablo! Por ese ancho, combo velo
de zafir que nos cobija, por el sumo Dios del cielo
a quien ambos adoramos, dile a esta alma dolorida,
presa infausta del pesar,
si jamás en otra vida la doncella arrobadora
a mi seno he de estrechar,
la alma virgen a quien llaman los arcángeles Leonora...".
Dijo el cuervo: "¡Nunca más!". 


"¡Esa voz, oh cuervo, sea la señal de la partida
-grité alzándome-, retorna, vuelve a tu hórrida guarida,
la plutónica ribera de la noche y de la bruma...!
¡De tu horrenda falsedad
en memoria, ni una pluma dejes, negra! ¡El busto deja!
¡Deja en paz mi soledad!
¡Quita el pico de mi pecho! ¡De mi umbral tu forma aleja...!".
Dijo el cuervo: "¡Nunca más!". 


¡Y aun el cuervo inmóvil!, fijo, sigue fijo en la escultura,
sobre el busto que ornamenta de mi puerta la moldura....
y sus ojos son los ojos de un demonio que, durmiendo,
las visiones ve del mal;
y la luz sobre él cayendo, sobre el suelo flota..., nunca
se alzará..., nunca jamás! 

Blue Eyes

Una fuerte lluvia va a caer 


                       ¿Dónde has estado hijo mío
                       de los ojos azules ?
                       ¿Dónde has estado mi pequeño
                       querido?
He tropezado en el costado de doce
                        montañas nubladas
He caminado y gateado en seis
                        autopistas inclinadas
Me he parado en el medio de siete
                        forestas tristes
He estado afuera de frente a una docena
                       de océanos muertos
He estado diez mil millas en la boca
                       de una tumba
Y es una fuerte, fuerte, fuerte, fuerte
Y es una fuerte lluvia la que va a caer.

                       ¿Qué has visto hijo mío
                       de los ojos azules?
¿Qué has visto mi pequeño
                       querido?
Vi un niño recién nacido con lobos salvajes
                       a su alrededor;
Vi una carretera de oro sin nadie
                       en ella
Vi una rama negra con sangre
                       que seguía cayendo
Vi un cuarto lleno de hombres
                       con martillos ensangrentados
Vi una blanca escala toda cubierta
                       de agua
Vi diez mil conversadores con las lenguas
                       todas rotas
Vi revólveres y espadas filosas en las manos
                       de pequeñuelos
Y es una fuerte, fuerte, fuerte, fuerte,
Y es una fuerte lluvia la que va a caer

                       ¿Qué escuchaste hijo mío
                       de los ojos azules?
¿Qué escuchaste mi pequeño
                       querido?
Escuché el sonido del relámpago
                       que bramaba advertencias
Escuché el rugido de una ola capaz
                       de inundar al mundo entero
Escuché a cien tarn-tarns cuyas manos
                       estaban incendiadas
Escuché a diez mil murmurando
                       y nadie escuchaba
Escuché a una persona morir de hambre
                       y a muchos reírse
Escuché la canción de un poeta que murió
                       en el arroyo
Escuché los sonidos de un payaso que lloraba
                       en el callejón
Escuché el sonido de una persona que clamaba
                       ser humano
Y es una fuerte, fuerte, fuerte, fuerte
Y es una fuerte lluvia la que va a caer.

                        ¿A quién encontraste  hijo mío
                        de los ojos azules?
¿A quién encontraste mi pequeño
                        querido?
Encontré a un chico al lado de un pony muerto
Encontré a un blanco arrastrando a un perro negro
Encontré a una joven cuyo cuerpo se quemaba
Encontré a un joven que me dio un arco iris
Encontré a un joven que estaba herido de amor
Encontré otro hombre herido de odio
Y es una fuerte, fuerte, fuerte, fuerte,
Y es una fuerte lluvia la que va a caer.

                       ¿Que harás ahora hijo mío
                       de los ojos azules?
¿Qué harás ahora mi pequeño
                       querido?
Me voy afuera antes que la lluvia
                       comience a caer
Caminaré hacia las profundidades de la foresta
                       oscura más profunda
Donde la gente es numerosa y sus manos
                       están vacías
Donde las píldoras de veneno están inundando
                       sus aguas
Donde la casa del valle encuentra
                       la prisión húmeda y sucia
Donde el rostro del verdugo está siempre
                       bien escondido
Donde el hambre es feo, donde las almas
                       son olvidadas
Donde el color es negro, donde nada
                       es el número
Y yo diré y lo hablaré y lo pensaré
                       y lo respiraré
Y lo reflejaré desde la montaña para que todas
                       las almas lo puedan ver
Entonces me pararé sobre el océano hasta
                       empezar a hundirme
Pero sabré bien mi canción antes de empezar
                       a cantar
Y es una fuerte, fuerte, fuerte, fuerte,
Y es una fuerte lluvia la que va a caer.